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LA MÚSICA SAGRADA EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO. Sem. Mario Jara


LA MÚSICA SAGRADA
EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO



No es un secreto para ninguno que vivimos en una época de crisis. Crisis en las ideas, crisis en la política, crisis en la moral, crisis en la economía, crisis en la misma Iglesia.


            La moderna corriente secularista va invadiendo todo el campo de lo sagrado. Se intenta u sacerdocio secularizado, una exégesis racionalista, una catequesis desacralizada. Este proceso llega también la arte sacro y, de modo especial, a la música sagrada.

            Música significa, combinación de melodía y armonía. Al leer este concepto de música viene en la mente una gran pregunta ¿no es música entonces lo que a diario escuchamos a fuera? Ciertamente que no lo es, pues carece de estas características básicas de la música, la combinación de melodía y armonía.

            Lastimosamente esas músicas no quedan en las discotecas ni en las radios, si quedase ahí no afectaría tanto, pero lo peor es que está entrando, ¿dónde entra?, en la misma Iglesia, en los templos. Entra ahí donde se inmola el verdadero cordero, en donde se renueva el único sacrificio del redentor, en donde se celebra el gran misterio pascual, entra en la Santa Misa.

            Muchas de las músicas que se escuchan ahora en las iglesias tal vez tendrían melodía y armonía, pero eso no es suficiente para el uso de la Liturgia, se necesita otras características más, y esas son: la santidad y la bondad de formas de donde nace otro carácter suyo; la universalidad.

            Los cantos que se escuchan en las iglesias ¿tienen esas características? Si son gregorianas o con partituras gregorianas con certeza que tienen esas características.

            La música gregoriana en sí misma y por excelencia es sagrada, cualquier música que tengan estas características es sagrada y litúrgica.

            La Iglesia en todo tiempo ha fomentado el progreso de las artes, admitiendo en la liturgia siempre que sea bueno y bello, y que de ningún modo es indigno en las celebraciones litúrgicas.

            El Concilio Vaticano II en el cap. VI de la constitución Sacrosanctum Concilium recuerda con claridad la función eclesial de la música sagrada: “La tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia solemne.”

            La música sagrada tiene una función muy importante en la Liturgia y en la vida de la Iglesia, y esa función es de elevar el alma a Dios, de comunicar la creatura con su creador.  
          
            Ahora, la música auténticamente religiosa hecha para el recinto sagrado, se ejecuta en “salas de concierto” con gran éxito, mientras que la música profana, propia de la vida mundana y de las salas de concierto, se va introduciendo en el interior del templo.

La restauración de la música sagrada, gravemente estropeada, es un deber impostergable y cada vez más apremiante, como lo ha señalado con tanta claridad y en diversas ocasiones el Papa Emérito Benedicto XVI.

Hacer caso a los Papas no es de viejos ni de viejas, es de verdaderos cristianos que aman su Iglesia, especialmente en estas cosas que forma parte y es primordial para la vida de la gracia de los fieles y de la Iglesia misma.

Está en nuestras manos salvar la vida litúrgica de la Iglesia de esta grave crisis que arrastra tras de sí innumerables almas, que con gritos clamorosos piden socorrer no a ellas, sino a la Liturgia del cual depende toda la actividad de la Iglesia y de donde mana toda su fuerza.

“La Música Sagrada será tanto más santa cuanto más
Íntimamente esté unida a la acción litúrgica” 

Sem. Mario C. Jara

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